Manuel Avilés*
Menuda semanita llevamos. Sánchez da ejercicios espirituales a su consejo de ministros – acordaos que cuando Aznar también se hacia lo mismo y a esa reunión le llamaban Maitines, con ese regustillo frailuno y opusiano que destilaba olor a incienso mientras se mentía y se embaucaba al personal. Copia exacta del quehacer episcopal-. No ha cambiado nada. Sánchez da ejercicios espirituales a sus ministros y los manda a predicar por los periódicos, las emisoras de radio y las tertulias televisivas: El decreto que la derecha ha tumbado en el Parlamento no tiene vuelta de hoja, es inamovible y no se puede trocear. Se va a aprobar entero y sin tocarle un pelo. Sí o sí. Eso me recuerda sin remedio a aquel párroco que recibió una visita por sorpresa del obispo de su diócesis. Examinó el obispo su casa antes de pasar a la iglesia y vio en el dormitorio a una señora desnuda. El párroco, nervioso, juró mil veces: eminencia, no le he tocado ni un pelo. El obispo, hierático, respondió: padre, tiene usted muy buena puntería. Esto me lo contó un cura chusquero que, descontento con lo que recaudaba en las misas, se hizo militar para tener sueldo de funcionario del grupo A. Me lo contó, cuando me hablaba, antes de declararme “persona non grata” en la misa del pueblo por haber escrito “El Metralla. Andanzas de un sublevado”. Un libro contra la Iglesia, según él, que no leía nada desde que andaba dando sotanazos en el seminario. De misa y olla.
El mismo pelo, que no se había tocado – en la historia del cura-, ha sido cortado, lavado, peinado y metido en el secador, moldeándolo después al gusto de Puigdemont que es quien decide. Hasta el pobre ministro Planas estaba en un programa de televisión reafirmándose en que el decreto no tenía vuelta de hoja, que era un decreto gubernamental intocable. Hablaba de la necesidad de aprobarlo entero mientras en la Moncloa estaban firmando el cambio y para seguir con el apoyo de los puigdemones, los putos amos.
El decreto ómnibus se ha quedado, por orden de Puigdemont, el fugado, el amnistiado, el residente en Waterloo donde cayó derrotado Napoleón y él vence y manda, el ómnibus ha quedado en “poquibus”, porque así lo ha ordenado el jefe golpista y evadido de la justicia. Cosas verdes Sancho, que ya nos avisó Don Quijote antes de ser negro e histórico en El Pedernoso.
De sobra sé que la política es el arte de negociar, salvo cuando se dispone del rodillo de la mayoría absoluta, que no soy imbécil del todo. Ahora bien, hay cosas innegociables como el Estado de Derecho, las leyes “Ad hoc”, el principio de igualdad y esto se ha hecho aquí con este gobierno que necesita someterse una y otra vez a las querencias de quienes tienen tres o cuatro o siete votos culiparlantes.
Los populares, que avisaron de que si el decreto era sobre pensiones ellos votarían sí, lo han hecho al modificar Sánchez el batiburrillo, el totum revolutum que había preparado para colarlo en el congreso. Pues bien, con las pensiones, el salario mínimo y el dinero para la riada de Valencia aprobados, los sindicatos de las gambas, esos organismos que para quien más valen -imprescindibles- es para los liberados que no creen en la resurrección porque es imposible tener una vida mejor que ellos, convocan una manifestación contra la oposición y, con las pensiones y lo demás aprobado, la mantienen porque hay que adorar al gobierno que los mantiene en su bien vivir. Arrodillémonos ante Sánchez y, como dice Alsina o Vicente Vallés – dos de los señores que más se pueden oír ahora- no dejemos que la realidad nos arruine una manifestación. Hay que cuidar el huerto y dejarse ver de vez en cuando an plan reivindicativo.
Cuarenta años en la administración me autorizan – esperen a las memorias- para contar más de cuatro cosas de algunos listos-vagos, que jamás aportaron una sola medida en beneficio de los administrados, solo en beneficio propio. He visto, en honor a la verdad, algún sindicalista trabajador y competente, muy pocos. Alguno de comisiones y alguno de csif. Pare usted de contar y ya lo contaré para que haga el prólogo Juan Eslava, el mismo que ha hecho el de Los confesores reales, curas rijosos y medradores, expertos en la política de pasillo y la puñalada por la espalda.
Nunca he hablado del fiscal general. Los fiscales defienden la ley, ese es su trabajo. Nunca me he creído aunque ya me están entrando las dudas que ese señor observara una conducta contraria al 197 del código penal que aún me sé de memoria – me tocó, sin estar compinchado, ese artículo en exámenes finales de derecho y criminología-. Me empiezan las dudas porque parece mucho más seria la fiscal de Madrid, señora Rodríguez, que sí ha contestado al juez. ¿Cómo es posible que todo un fiscal general se niegue a responder a un juez que lo investiga? Y me hago cruces pero veo imposible que un fiscal, subordinado al general como todos, actúe en un interrogatorio indagando sobre el jefe. Cosas de la política y de la vida. De todo este lío y dado que la rubia del Jaguar no da señales de vida porque cree que le soy infiel – no sé cómo ni con quién ni de qué manera- solo tengo clara una cosa: aunque fuese para hacer el ridículo, me cambio por el novio de Ayuso.
Dejo las pensiones para el próximo día porque estoy realmente cabreado y no es un estado adecuado para escribir sin usar setecientas veces aquello de #mecagoentoloquesemenea. Hay partido y lo va a haber porque es justo y necesario que diría aquel cura chusquero que me excomulgó. Me la suda.
Leo en un periódico nacional y prestigioso: ”el coste de las pensiones constituye un inmenso obstáculo para los jóvenes…la subida establecida por ley y el consenso político que la sustenta, en algún momento deberá revisarse”.
Esto me huele muy mal. Han arreglado lo de Muface – parece- y hay gente que a la chita callando quiere echar leña al fuego. Somos diez millones, votamos, necesitamos un partido que defienda eso como proyecto esencial del mismo. De acuerdo en que es difícil, no somos imbéciles pese a estar jubilados. Hemos pagado años y años para no tener que mendigar, para tener una sanidad adecuada y para no estar abandonados. Si eso no es posible acuerden fusilarnos que yo me ofrezco para ser la primera víctima. ¿Estorbamos los jubilados? Bien que nos querían cuando sosteníamos el país y pagábamos con nuestro trabajo la educación, la sanidad y el bienestar de quienes ahora dicen que esto no es sostenible. Evidentemente que hay que ayudar a los jóvenes a que tengan casa y saquen la cabeza y vivan bien. No a costa de machacar a quienes hicimos que este país progresara. En el próximo artículo me dedicaré exclusivamente a este asunto y explicar cómo los Jubilados Europeos y Guerreros van a dar la cara para no perder aquellos derechos por los que lucharon.
No termino sin advertir – lo que dice este periódico es un peligro real- sobre otro peligro importante. ¿Están viendo la política de tierra quemada de Trump? Las leyes las hacen los poderosos con el fin primordial de continuar en el poder. Exacto. Deporta a todo lo que le sale de los cojones sin procedimiento ni garantía judicial alguna y veo, horrorizado, que en el más puro y crudo sionismo se propone limpiar Gaza de palestinos y trasladar a más de un millón y medio a Egipto y a Jordania. Cogen a un millón y medio de personas, los echan de su tierra a no se sabe dónde y luego ya vendrán con su rollo humanitario diciendo que les mandan comida y medicinas. Necesitan un Israel fuerte como cuña precisa en Oriente Medio. Les dan argumentos a los Al Qaedas, Boko Haram, HIzbulas, Hamás, Mártires por Marruecos y todos sus descendientes para justificar sus matanzas porque ellos también las hacen ¿Qué es eso? Nazifascismo en estado puro.
Manuel Avilés, escritor y director de prisiones jubilado, columnista de h50 Digital
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